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Libertad N°52
Artículo puesto en línea el 15 de septiembre de 2009
última modificación el 12 de julio de 2009

VERDUGOS

“Es bueno saber que no hay sistema político mejor que la democracia”

Eduardo Luis Duhalde. Secretario de Derechos Humanos.
Clarín 24 de marzo.

Vivimos en un país libre

El rico tiene la libertad de ganar plata

El pobre es libre de buscar trabajo

Los patrones tienen la libertad de obtener beneficios

Los empleados tienen la libertad de encontrar una ocupación

Los propietarios son libres de vender sus bienes

Los poetas y los anarquistas tienen la libertad de telefonear y

enviar sus cartas. Los servicios de seguridad tienen

la libertad de abrirlas, interceptar y escuchar esas llamadas de teléfono

¡Vivimos en un país libre!


D.G.Poll Tax Blues N°2. 1989

Bajo el acusador prisma de los medios de información, el Poder configura el
entramado social de las cuestiones de interés. No es un hecho aleatorio, por el
contrario, responde a causas predefinidas y persigue determinados y específicos
efectos con el fin supremo de crear, fomentar e instalar estereotipos ciudadanos. De
esta forma, no sorprende que temas olvidados tiempo atrás resurjan como por arte
de magia en el espectáculo mediático al que nos someten diariamente los mass media.

Y sostengo que nos someten, porque no visualizar que los medios son actores
preponderantes en el construir social es negar su incidencia e importancia en la
cotidianeidad. Con sus discursos aleccionan y moldean ese ente amorfo y superfluo
denominado “opinión pública”, definiendo qué es lo noticiable, qué no lo es,
taladrando una y otra vez con sus cánones ciudadanos y llenando de valores los
estereotipos del buen vivir.

En las democracias, principalmente en las occidentales, hay tensiones inherentes
al funcionamiento social que están difusas y en alerta constante. Tomando como
referencia los argumentos de López Arango, podemos hacer propias las palabras de
que “con la democracia se ha fortalecido aun más el principio jurídico del Estado.
El obrero se transformó en ciudadano, lo que quiere decir que pasó a ser un
engranaje “conciente” de la máquina estatal” 1. Teóricamente gobierna el pueblo
a través de sus representantes, elegidos mediante el sufragio; sin embargo, es
incontrastable que el poder, sus implicancias y los aspectos cruciales de la vida
política y económica se dirimen en pocas manos privadas legitimadas por el poder
económico y social. En este entroncado andamiaje, las instituciones ideológicas 2
cumplen un rol esencial, siendo los medios masivos una de esas instituciones.

Lo anteriormente sostenido viene a colación de la histérica realidad mediática que
vivimos actualmente. La agenda setting de los medios se agita constantemente con
temas de los más variados, sin embargo, algunos de ellos, por sus implicancias
inmediatas perduran en el inconciente colectivo como una marca que prefigura
miedos, ansiedades, acciones y maneras de relacionarse. Ejemplos para darle forma
a esta hipótesis hay muchos, pero entre un sin fin de problemáticas creadas, el de la
dicotomía seguridad/inseguridad es el que se lleva la mayor atención ya que los
medios lo repiten incansablemente a lo largo del día. Los policías del “cuarto
poder”3 llenan las pantallas televisivas con un bombardeo sistemático de imágenes
alusivas: marchas ciudadanas, tiroteos, corridas, patrulleros, ministros y
presidentas; muertos, estadísticas, famosos y countries; villas miserias, jóvenes y
paco. Todas imágenes y discursos desconectados entre sí, pero que por un trabajo
minucioso de edición conforman un cóctel explosivo que no deja lugar a dudas al
momento de establecer “buenos” y “malos”, al mejor estilo de Hollywood. De ahí
que muchas frases sean aceptadas natural y acríticamente, sin dilucidar el peligro
que conlleva su utilización en el día a día. Es común leer en los diarios, o escuchar
en los noticieros televisivos o radiales frases como: “zonas calientes”, “zonas
liberadas”, “focos peligrosos”, “puntos conflictivos”, “fuerza disuasiva”, “víctimas
inocentes”, “ciudadanos trabajadores”, “alarmante indefensión”, “a donde iremos a
parar”, etc, etc.

Se pone el foco de atención en el hecho puntual y no en el origen del problema,
se intenta justificar todo un accionar represivo “al servicio de la ciudadanía” en
detrimento del ahogo y aislamiento social que miles de personas viven por el miedo
de los ricos. Se amplifica y magnifica el efecto, ocultando la causa de dicha
consecuencia. Se justifican leyes más represivas sin poner en tela de juicio el porqué
de lo que sucede. En fin, se visualiza lo más espectacular e inmediato haciendo caso
omiso de las desigualdades sociales, origen de todos los males.

Mientras tanto, la sociedad se va blindando, haciéndose eco de estos discursos y
estereotipos de miedo. Y su actitud no es pasiva, al contrario, aparecen sus demandas
y exigencias de seguridad, encarnada en sus personajes mediáticos; marionetas del
Poder. Y por supuesto, las respuestas no se hacen esperar, ya que en esto sí los
gobiernos son eficaces y eficientes, canalizando para sí el fruto del temor ciudadano Por eso mismo es que el gobernador bonaerense ha prometido un plan avalado
nacionalmente para incorporar 900 nuevos gendarmes al patrullaje diario,
fortaleciendo a esa fuerza que se encuentra en las calles bonaerenses desde 2003. Y
para ello promete una inversión de 400 millones de pesos en armas, autos e
instrucción para equipar y perfeccionar aun más a los 52 mil efectivos que la fuerza
represiva de la provincia de Buenos Aires cuenta para avalar y hacer respetar las
políticas socioeconómicas progresistas del gobierno bonaerense.

A nivel nacional, la realidad no dista mucho de la vivida en la provincia de Buenos
Aires: ley antiterrorista, aumento de presupuesto en seguridad interna, incremento
de efectivos policiales, endurecimiento judicial, programas nacionales de
construcción de cárceles. Intimidación, control y represión. El papel asumido por el
Estado es claro y preciso y escapa al análisis de cualquier estadística, por más que
intente justificar su accionar en el reclamo mediático de mayor seguridad, término
ambivalente y siempre sujeto a modificaciones e interpretaciones de acuerdo a
donde apunte el interés en juego.

El punto de inflexión es la propiedad, o mejor dicho la osadía de algunos pocos
de violar la sacrosanta propiedad privada. En la idea de perder los privilegios el
discurso represivo se hace presente, y cualquier acción que imposibilite la ruptura
del binomio artificial hombre-propiedad privada es bienvenida. El conflicto se
materializa, y la represión y eliminación ciudadana, cuando no física, es la solución
estatal al problema social de la desigualdad, aceptada moralmente por el “buen
ciudadano”, despojado de su privilegio, como el “mal menor”.

“La propiedad es el robo”, sentenció Proudhon. Y no sólo hacemos propia esta
idea sino que la extendemos: no sólo es el robo (materialidad social), sino que la
propiedad privada como tal es una abstracción, una artificialidad, en fin, una
mentira jurídica avalada históricamente por la idea relativa de posesión y uso. Idea
relativa porque necesita imperiosamente de la legislación y de la fuerza represiva
para hacerla valer, armas que le brinda el Estado, garante de la propiedad, del robo,
de la desigualdad y de la diferencia social.

Inseguridad, realidad mediática, miedos ciudadanos… dilemas burgueses…
Propiedad, exclusión, desigualdad:
¡Verdugos!

1.Doctrina, Tácticas y Fines del Movimiento Obrero. Emilio López Arango. Ideario, ACAT,
Buenos Aires, 1942.
2.Concepto utilizado por el lingüista Chomsky Noam
3. Así se autodenominan los periodistas y opinólogos

Gastón


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